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Ansiedad: enemiga acentuada

  • Foto del escritor: Marta Granja Barrero
    Marta Granja Barrero
  • 15 nov 2021
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 28 dic 2021

El 41,9% de la población española padece problemas para dormir y el 38,7% se siente cansado con más frecuencia que antes de la pandemia, según la última encuesta del CIS
La primera fotografía simboliza la relajación ante la segunda imagen, que es la ansiedad. Fuente: Sara Díaz

El miedo y la preocupación con los que convivieron millones de personas desde que en marzo de 2020 se estableciera el estado de alarma aún no se han ausentado de sus vidas. Si a principios de verano del año pasado las autoridades sanitarias españolas avisaron sobre un incremento de nuevos trastornos mentales provocados por el confinamiento, ya en el otoño de 2021, esta situación se encuentra lejos de concluir.


Analizando dicha circunstancia, el Covid-19 ha causado muchos cambios en la sociedad en general, ya que es un virus que se ha extendido a nivel global. Los temores sobre los impactos del virus en la salud, el desasosiego por la seguridad de los miembros de la familia, el aislamiento social extendido, los problemas económicos y la incertidumbre han provocado que aparezca la angustia, la cual afecta a muchísimas personas de todo el mundo. Este hecho ha tenido consecuencias en la salud mental de algunas personas y se han agravado los casos de ciertos trastornos, como la ansiedad y el estrés psicológico.


La inseguridad se ha apropiado aún más de la vida de la gente en plena pandemia por el coronavirus. De hecho, aunque el ser humano suele hallar una solución ante cualquier tesitura que se le ponga por delante, aquellos que ya padecían de ansiedad antes de que este virus apareciera, se han visto sumamente afectados anímicamente. Tanto es así que el Instituto Nacional de la Salud ha comunicado que uno de cada tres jóvenes españoles sufre un trastorno de ansiedad, según ha publicado La Voz de Galicia. Además, es una tendencia ascendente puesto que en los últimos cuatro años se han triplicado los casos de este tipo de patología atendida por los psicólogos.


“Manteniendo el equilibrio en la cuerda floja”

Javier Gómez es un ejemplo de persona que padece ansiedad. Este chico jienense de 21 años ha sufrido esta enfermedad desde que tiene uso de razón, pero sus síntomas han empeorado desde que apareció el coronavirus. “Antes de la pandemia ya había tenido que ir a terapia, donde me diagnosticaron ansiedad; y después del confinamiento, debido al miedo que me daba salir o relacionarme con gente, tuve que volver. Allí me diagnosticaron estrés postraumático”, expresó el joven.


Explica que tenía y tiene miedo de coger el virus, pero sobre todo de lo desconocida que era la situación al principio, en marzo de 2020. “El confinamiento me tenía aterrorizado, principalmente por mi hermana, que tenía que ir a trabajar. Sin embargo, mis padres son mayores y están prejubilados, pero al ser personas de riesgo, decidí quedarme en Granada, donde estudio”, contó Javier. Debido a ello, como síntomas de ansiedad ante el coronavirus sintió dolor en el pecho, tos y dolor de cabeza. Todos estos desaparecían nada más pensar en cualquier otro asunto que pudiera distraerlo.


Hace un par de años vivió una situación similar, sin salir de casa, que le hizo tener que volver al psicólogo por la ansiedad. En cambio, al saber que en el confinamiento todo el mundo estaba en una situación similar lo calmaba, pues “ya no era el único que sufría y otras personas estaban sufriendo mucho más que él”, explica. Esto lo ayudó a sobrellevarlo más o menos bien.


Cuando salió por primera vez a la calle, lo hizo para reencontrarse con tres amigos cuatro meses después. En el autobús fue de pie y apoyándose con la espalda para no tocar nada, “como si estuviera manteniendo el equilibrio en la cuerda floja”. Al llegar, sus amigos lo abrazaron, hecho que lo atormentó durante varios días por la hipocondría de haberlos tocado. Más tarde fueron a un bar para comer, pero se le hizo imposible quitarse la mascarilla.


Como consecuencia del propio virus y del “encierro”, considera que su ansiedad se ha agravado bastante. Según él, “principalmente ha incrementado su miedo ante las enfermedades y también ha aumentado su miedo a relacionarse con gente o a salir a la calle.”


“Taquicardias y pesadillas”

El siguiente ejemplo es Sara Díaz, una sevillana de 22 años que estudia Bellas Artes y que al igual que Javier sufre de ansiedad. Su mayor miedo ante la Covid-19 es que algún familiar fallezca y que la situación económica empeore. Sin embargo, durante el confinamiento fue cuando estaba peor anímicamente. “Me ahogaba, sentía que se me caía la casa encima, estaba irascible y apenas comía o dormía. Además, padecía dolores de cabeza frecuentes, dolor en el pecho y falta de energía”, explica la joven.


Cuando por fin marchó a la calle, no le afectó tanto a su parecer. Como bien describe Rocío, “cuando sale le da asco tocar cualquier cosa y siempre dispone de gel desinfectante. También evito caminar cerca de los demás transeúntes, al igual que los lugares cerrados con muchas personas”.


Finalmente, Sara cuenta cómo el confinamiento ha agravado su ansiedad: “Principalmente su estado de ánimo era estar en constante tensión y tristeza. Además, no podía dormir bien, lo que ha traído como consecuencia que siga sin poder dormir bien una noche completa, pues desde entonces tiene taquicardias y un gran número de pesadillas.” Sin embargo, deja en claro que este trastorno mental nunca abandona a la persona, siempre la persigue a donde quiera que vaya.

Infografía sobre los síntomas de la ansiedad. Fuente: Marta Granja

“Pocos recursos destinados a la salud mental”

Según Helena Guerrero, psicóloga sevillana, el confinamiento domiciliario de marzo de 2020 impulsó notablemente los cuadros ansiosos, debido a la incertidumbre causada por la Covid-19 y el estar siempre preocupados por contagiarse. Además afirma que “los más afectados han sido las personas con patologías y a quienes tenían a otros a su cargo, ya fueran personas mayores, dependientes o niños”.


Del mismo modo, expone que “debido al confinamiento y a las medidas establecidas por el Gobierno, la salud mental se ha visto muy resentida”. La gente está acostumbrada a una vida social activa, por lo que al afrontar esta situación muchas personas no se adaptan bien del todo. “Algunas consecuencias de la aparición del virus y del confinamiento han sido el aumento de trastornos de ansiedad, estrés e incluso cuadros de depresión”, afirma. Por lo que alega estar segura de que ha habido más demanda del sector de ayuda psicológica. No obstante, según ella, el problema reside “en que hay personas que no lo ven útil o necesario, por tanto no hay suficiente oferta debido a los pocos recursos que destina Sanidad Pública a salud mental”. Esto provocó que mucha gente no obtuviese la ayuda que necesitaba por motivos económicos.


La existencia de la ansiedad puede exteriorizarse de muchas maneras dependiendo de la persona. “A veces son obvias, como pueden ser un ataque de ansiedad, muy visible y fácil de identificar. En otros casos podría mostrarse en forma de ingestas de comida irregulares, falta de apetito, problemas de sueño, caída de pelo, agotamiento emocional, irritabilidad, entre otros síntomas”, según manifiesta esta psicóloga. Por lo que estar atento a cualquier aspecto que pueda suponer un problema en el día a día es esencial.


Por último, las pautas recomendadas por Helena para reducir la ansiedad son, al igual que los síntomas, muy dependientes de la persona, aunque hay algunos consejos generales que ayudan a manejar niveles cotidianos de ansiedad. Estos son, por ejemplo, “ocupar el tiempo muerto con ejercicio, la comunicación abierta con familiares o amigos en lugar de reprimir el sentimiento o realizar actividades saludables que normalmente provoquen una reacción positiva”.

Centro Médico de Sevilla Este, Sevilla. Fuente: Marta Granja

De este modo, Trinidad Gutiérrez Muñoz, también psicóloga sevillana, declara que la salud mental se ha visto muy afectada tanto en la población general como en los colectivos sanitarios. De hecho, afirma que “el confinamiento ha sido un agente impulsor de cuadros ansiosos en los pacientes, pues pasar tantas horas encerrados en casa sin poder ver a personas o mantener la comunicación únicamente por videollamada ha provocado muchos cuadros ansiosos y el denominado Síndrome de la Cabaña, el cual es ese temor a salir a la calle”. Además explica que el colectivo más afectado es el que ha tenido contacto directo con el virus.


Como bien decía Helena, esta psicóloga proclama que el confinamiento ha aumentado la demanda de servicios de salud mental, y con ello el tiempo de espera por paciente para ser atendidos como es debido. Por esto, manifiesta que “los psicólogos solicitan insistentemente un aumento de plazas en sanidad, pues en España hay 6 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes”. Esto es una auténtica locura considerando que la media europea es de 18 profesionales, tal y como publicó ayer El País. Por ello, opina que se debería velar por una salud digna y poder atender a la población, ya que la salud mental es esencial.


Para reducir esta ansiedad, Trinidad esclarece que existen muchas técnicas. Entre ellas se encuentra la farmacoterapia, la psicoeducación sobre el trastorno; y además, el entrenamiento en respiración, relajación, generalmente la relajación aplicada de Öst (reestructuración cognitiva y exposición en vivo o exposición interoceptiva en caso de temor a salir a la calle).


Concluyendo, esta psicóloga sevillana resalta que sobre todo desde marzo de 2020 han aumentado los casos de cuadros ansiosos, trastornos depresivos, Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), como bien imaginaban tanto Helena como Alfonso; y, además, el ya mencionado anteriormente Síndrome de la Cabaña.

Farmacia en Sevilla Este, Sevilla. Fuente: Marta Granja

Siguiendo con lo ya expuesto por esta psicóloga, el consumo de psicofármacos se ha duplicado en comparación a antes de la pandemia, sobre todo ansiolíticos, antidepresivos e inductores del sueño. El 41,9% de la población española ha padecido problemas para dormir y el 38,7% se ha sentido cansado con más frecuencia que antes, según datos que ha publicado El País sobre una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). En esta encuesta se muestra con un 66,1% que las personas entrevistadas, que han sufrido ataques de ansiedad o pánico durante la pandemia en una horquilla desde los 18 hasta más de 65 años, sienten que tales ataques han cambiado su vida cotidiana. No obstante, los encuestados que más han notado este cambio son los del rango de entre 35 y 44 años.

Gráfico sobre la pregunta 10c de la “Encuesta sobre la Salud Mental de los/as españoles/as durante la pandemia de la Covid-19” sobre el cruce de rango de edad, CIS n. 3312 Fuente: Marta Granja

La sociedad española en su gran mayoría ya se encuentra vacunada al menos de una dosis. Sin embargo, ahora que la gente se enfrenta a un nuevo repunte de contagios en niños, vuelven a intensificar las preocupaciones, dificultades e incertidumbres sobre lo que vendrá y cuándo acabará la pandemia. Por este motivo, como bien ha explicado el programa Cuatro al Día, Andalucía pide que se vacune a los niños de entre 5 y 12 años. Y así, de igual forma que hay que proteger el bienestar físico, lavándose las manos frecuentemente, mantener la distancia social o usar la mascarilla; también es esencial preocuparse por el estado de salud mental. Esto significa que se deben tener en cuenta los consejos dados sobre el tema por la Organización Mundial de la Salud (OMS).


Crea una serie de rutinas y síguela, sumada a las que ya tuvieses antes. Establece un horario para acostarte y levantarte, fija un itinerario para hacer ejercicio, busca seguir una dieta equilibrada, instala una jornada para el trabajo, descansa, pasa tiempo con tu familia y déjate llevar por tus aficiones. De este modo, sentirás que tu vida continúa de alguna forma.


Apóyate en tus familiares o allegados. Tu familia y amigos son muy importantes, ya que pueden escucharte y puedes compartir con ellos tus miedos, alegrías o necesidades. Además, así no pierdes totalmente el contacto social.


No abuses de las pantallas digitales y cuida el uso de las redes sociales. La tecnología sin duda es una gran aliada en estos momentos, pero debe manejarse con cuidado, a menos que tengas que hacerlo por razones de trabajo o estudio. Por otra parte, las redes sociales son alternativas entretenidas, sin embargo, deberías evitar que te roben demasiado tiempo.


Y sobre todo, solicita la ayuda que necesites. No estás hecho de hierro, tienes sentimientos y derecho a estar decaído y débil. Además, es muy importante que aceptes cómo te sientes. En el caso de que pienses que no puedes controlar tus emociones, miedos o problemas, pide ayuda virtualmente a un especialista. Prácticamente todas las empresas de salud están dando este servicio. Es fundamental que cuides tu salud mental para poder sobrellevar esta situación tan difícil, pero que sin lugar a dudas podrás superar.

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