La desigualdad de género en las carreras universitarias
- Tamara Pinilla Gómez
- 28 dic 2021
- 8 Min. de lectura
La primera mujer que se matriculó en una Universidad española fue en el año 1872, María Elena Maseras Ribera, que accedió a la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona

A día de hoy, es evidente que existe diferencia de géneros en algunos ámbitos del estudio, pues la mayor parte de las mujeres realizan carreras que son consideradas, por la sociedad, acorde a su papel en el ámbito familiar.
Del mismo modo, la titulación relacionada con la técnica es una carrera de hombres, o así lo refleja el Ministerio de Universidades. Marina Esteban, alumna del doble grado de eléctrica y electrónica de la Universidad de Sevilla asegura que: “Las carreras técnicas, como ingeniera, siempre ha estado ligada a los hombres. Incluso la construcción es todavía, a día de hoy, un trabajo de hombres”.
Parece claro, por tanto, que las mujeres dedican más esfuerzo y dedicación a los propios estudios que los hombres, quienes desean incorporarse al mundo laboral rápidamente. Sin embargo, no todo el mundo ve dificultades en esto, o no está de acuerdo con que exista diferencias de sexo. Este es el caso de Lourdes Recio Molina, también estudiante del doble grado de eléctrica y electrónica, quien dice que una vez se tenga que incorporar al mundo laboral, “no va a tener dificultades porque en estos últimos años hemos avanzado en relación con estos temas”.
Según datos del Ministerio de Universidades, aún quedan carreras que son elegidas en equidad tanto por hombres como mujeres, como puede ser Matemáticas o Geología. Sin embargo, existen muchas otras en las que prima un género sobre otro. Por ejemplo, mientras que en carreras técnicas la mayoría de sus estudiantes son hombres, en ramas dedicadas a la educación, como puede ser Pedagogía, Enfermería o Educación Social, el sexo prioritario es el femenino. Mientras que, en los últimos datos recopilados por dicho Ministerio en el curso de 2020-2021 en España, solo 59.899 mujeres estudiaban ingeniería, industria o construcción, frente a 173. 466 hombres. “Esto no se da ni se daba en carreras como Historia o Periodismo porque siempre había mujeres. Siempre hay más maestras que maestros o más enfermeras que enfermeros, por ejemplo”, asegura Marina.
Debido a esta situación, surge la necesidad de estudiar y conocer por qué se da surge esto a la hora de la decisión académica, más cuando hablamos de que esto depararía el posible futuro laboral.
La incorporación de la mujer en el mundo universitario se produce de manera con un retraso con respecto a los hombres, sobre todo a causa del significado de ambos en la sociedad. Milagro Gómez Alós, profesora de la Escuela Politécnica Superior de Sevilla y miembro de la Asociación Mujeres en la Ingeniería relata que “creo que hay desigualdad de género en la elección de una carrera de ingeniería. Las niñas pierden el interés por la tecnología en la adolescencia y no es por falta de capacidades en este ámbito, los mejores resultados académicos de ellas así lo avalan.
Es necesario involucrar a la mujer en el desarrollo de nuevos desafíos tecnológicos, promoviendo proyectos que transmitan, desde edades muy tempranas, la ilusión por la ciencia, la observación, el descubrimiento y las aplicaciones de la tecnología”.
Según María Teresa Gómez Marcos, María Purificación Vicente Galiado y Helena Martín Rodero en su trabajo titulado “Mujeres en la Universidad Española: Diferencias de Género en el alumnado de Grado”, en la Edad Media nos encontramos las primeras mujeres aristocráticas que estudiaron para obtener el título de doctoras en la Universidad de Bolonia. Además, en la caída del Imperio Romano encontramos lo importante que era que las mujeres pudieran acceder a los estudios universitarios. Pero aun así, estudiaban medicina porque se consideraba importante y natural que la esposa y madre tuviera que ser la encargada de supervisar la salud en el hogar.
Si nos centramos ahora en España, se habla de alumnas como Teresa de Cartagena o Beatriz Galindo que ingresaron en las universidades de Salamanca y Alcalá de Henares durante los siglos XV Y XVI. Después de tres siglos, sería Concepción Arenal quien asistiera a clases de Derecho en la Universidad de Madrid, con la sorpresa de que iba a clases con vestimenta masculina para pasar desapercibida y poder seguir asistiendo a sus clases sin ningún impedimento, aunque por desgracia no llega a obtener el título ya que se descubre su identidad. Finalmente, en 1875, María Isidra Guzmán de la Cerda llegó a conseguir el título de Doctora en Filosofía y Letras Humanas. “Los roles, que existen, los tenemos que romper las mujeres.
Está documentada la “paradoja de la igualdad”, cuanta más igualdad de género hay en un país, más mujeres capaces para la ciencia optan por otros estudios. En los países más desarrollados los porcentajes de mujeres estudiantes de ingeniería oscilan entre el 10-14%, mientras que en países donde la desigualdad de género es patente, pueden llegar a suponer hasta el 50% de los estudiantes. En estos últimos, es una oportunidad para la mujer de ocupar puestos de trabajo más relevantes y disminuir la brecha de desigualdad”, sigue reivindicando Milagros.

“Mujeres en la Universidad Española: Diferencias de Género en el alumnado de Grado” afirma que una joven tuvo que solicitar una autorización del Rey Amadeo de Saboya para ingresar en la universidad ya que, durante el curso 1882 y 1883 se prohibió la incorporación de la mujer en los estudios universitarios. Años más tarde, se aprueba un Real Decreto con el que se da un nuevo giro a la situación y admisión de las alumnas de enseñanza no oficial. No podían asistir a clases y, en caso de que quisieran hacerlo, debían consultarlo con el Ministerio de Fomento.
Las primeras mujeres que decidieron solicitar una plaza para la universidad lo hicieron por diferentes motivos, como puede ser la vocación, prepararse una profesión, alejarse del papel de ama del hogar… Pero tienen un camino bastante complicado. “Si las mujeres no estamos presentes en las profesiones que la sociedad demanda y valora, es difícil llegar a la igualdad”, reivindica Mª Dolores Borrás Talavera, profesora de la Escuela Politécnica Superior y, también, miembro de la Asociación. Además, si alguna mujer ingresaba en la Facultad, el catedrático tenía que garantizar el orden en sus aulas puesto que se consideraba que la presencia femenina podría alterar a los hombres.
Gracias a la ley de 8 de marzo de 1910, las mujeres pueden asistir a clases sin tener que solicitar ningún permiso. También hay avances en el ámbito profesional, pues ya empezamos a encontrar mujeres que son profesoras. Ya en la segunda República encontramos un avance en cuanto a los estudios de Farmacia, Ciencias, Filosofía, Letras y Medicina. Incluso en el Franquismo, cuando se intentaba un retroceso en este aspecto, el número seguía a la alta.
Por tanto, con todo lo mencionado anteriormente, podemos afirmar que dentro de la rama de Ingeniería y Arquitectura se presentan unas características que diferencian al resto de titulaciones, dándonos a entender que esta disciplina se aleja del estereotipo femenino y se acerca al masculino. Para poner fin a esta situación, Milagros propone lo siguiente: “es necesario seguir impulsando y promoviendo leyes y actuaciones que ayuden a romper el ‘techo de cristal’ pero, para que sea así, las mujeres tenemos que querer hacerlo y atrevernos a ‘golpear’ hasta conseguirlo.
Hay que animar a las jóvenes a asumir desafíos tecnológicos, no ser únicamente consumidoras del progreso, sino protagonizar soluciones a los retos que éste planta. Si no estamos presentes en las profesiones que la sociedad demanda y valora, es difícil llegar a la igualdad, pudiendo suponer, además, un retroceso de la mujer en la sociedad”, y la verdad, tiene toda la razón del mundo.
El papel de la mujer en la ingeniería
Todos somos conscientes de que la ingeniería está dominada por el hombre y lo observamos tanto en la carrera universitaria como en el mundo laboral. Según un estudio titulado: “Estudio sobre la situación de las mujeres en la ingeniería universitaria”, las mujeres se sienten marginadas en este ámbito, además del trabajo. Mientras que, una vez finalizada la etapa universitaria y comenzada el mundo laboral, a los hombres se les da puestos más “competitivos y desafiantes”, a las mujeres se les ofrece trabajos “rutinarios”. Pablo Fernández, estudiante del Grado de Ingeniería de la US, afirma que “es verdad que las mujeres tienen más dificultades a la hora de conseguir un puesto laboral”, aunque es consciente de que “esto no debería ser así” y que además, “ya es hora de cambiar el mundo y ser, de una vez por todas, un país igualitario”.
La poca actividad de las mujeres en la ingeniería puede darse por condiciones como son: la discriminación laboral, el entorno familiar, la sociabilización… En muchos países del mundo, las mujeres sobresalen en su rendimiento escolar en asignaturas relacionadas con las matemáticas o las ciencias, aun así, a la hora de elegir una carrera universitaria, se inclinan por la rama de humanidades o salud.
De pequeño siempre nos imponen que una mujer tiene que ser doctora o profesora, mientras que los hombres tienen que trabajar de la construcción o la ingeniería. Los niños montan piezas, las niñas cuidan a los bebés. Ya es hora de cambiar los roles. En su libro, La mujer ante el desafío tecnológico, Laura Tremosa asegura que esto se da porque “las mujeres se han mantenido alejadas de la evolución tecnológica”. Así, si no hay mujeres ingenieras es más difícil incorporarse al mundo laboral y conseguir, por fin, una igualdad.

Tampoco hay referentes femeninos. No pensamos en una mujer que haya contribuido a cambiar el mundo, pero sí hombres. Tenemos que darle la ‘vuelta a la tortilla’ y visibilizar a todas y cada una de ellas para que así los jóvenes adolescentes tengan un referente y un ejemplo de aspiración. “A pesar de la importante aportación de las mujeres en los avances científicos-técnicos, es necesario dar visibilidad a todas ellas y a su contribución en los desafíos tecnológicos que a lo largo de la historia han ido planteando”, dice Milagros.
Para cambiar esto, la Escuela Politécnica Superior de Sevilla ha formado una asociación dedicada al papel de la mujer en la Ingeniería, en colaboración con la Unidad de Igualdad de la Universidad de Sevilla y la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación (UCC+I).
La idea surge de un grupo de profesoras de esta tras constatar, con preocupación, primero durante sus estudios y después tras muchos años impartiendo docencia en la universidad, que el porcentaje de mujeres que eligen como opción de futuro una carrera tecnológica es muy reducido y que no solo no aumenta, sino que disminuye con los años, a pesar de la incorporación masiva de la mujer al mundo laboral en las últimas décadas y de los avances en materia de igualdad llevados a cabo. La Asociación se constituye con el objetivo principal de atraer el talento femenino al sector tecnológico.
Tweet publicado por 'Asociación Mujeres en la Ingeniería' dando a conocer el trabajo de la mujer ingeniera
Después de ponerse en marcha estas asociaciones en otras Universidades de España, comprobaron que se estaba promoviendo el interés en jóvenes para estudiar tecnología. Este proyecto cuenta con la colaboración de profesoras y alumnas de la propia Escuela y visitan centros educativos en los que desarrollan jornadas y charlas para hacer visibles el trabajo de la mujer en esta rama. “Me siento realmente afortunada de formar parte de esta pequeña familia y poder enseñar a más niñas, que al igual que yo en un principio, no se debe tener miedo por coger esta carrera universitaria y que, sobre todo, hay que luchar por nuestros sueños, así conseguiremos cambiar el mundo”, insiste Marina.
Vamos a romper con estos estereotipos. Rompamos con la desigualdad de género y con la elección de una carrera universitaria en base a los roles impuestos por la sociedad. Invitemos a las mujeres a luchar por sus sueños. Vamos a luchar todas por nuestros sueños.
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